¿Cómo el diseño nos ayuda en el proceso de innovación?

Las metodologías usadas por los diseñadores para desarrollar ideas y la concreción final del objetivo suelen ser desconocidas para muchos gerentes. Varios ven a los profesionales del diseño como hechiceros que resuelven necesidades casi por arte de magia.

El Design Thinking o Pensamiento de Diseño vino a desterrar esta creencia para acercar a empresas de todo tipo una estrategia de trabajo que los ayude a alcanzar la innovación. Su creador, Tim Brown promueve la filosofía de generar espacios laborales creativos que combinen las necesidades del cliente con lo factible y así lograr respuestas con valor agregado y oportunidades de mercado.

Aunque es necesario tener algunos conocimientos, aplicar esta metodología es sencillo y nos ocuparemos aquí de desarrollarla para ponerla en acción.

¿Qué características deben tener los involucrados en el proceso de diseño?

Como dijimos, no es necesario ser un diseñador profesional para participar en un proceso de innovación. Solo se requieren las siguientes habilidades:

Empatía: si comprendemos las distintas perspectivas de las personas que forman parte (colegas, usuarios finales, clientes potenciales) seremos capaces de desarrollar una mirada detallista y sensible que nos acerque a soluciones deseables y satisfactorias.

Pensamiento integrador: precisamos combinar el pensamiento analítico con el pensamiento creativo para lograr una visión amplia y crear aquello que no existe.

Experimentación: las propuestas que hacen una diferencia van más allá de los límites y generan nuevas direcciones.

Colaboración: el trabajo en solitario no es una fórmula exitosa. La complejidad de las necesidades actuales nos obligan a trabajar de manera interdisciplinaria y con conocimientos profundos de cada área.

¿Cuáles son los pasos del Design Thinking?

En Trencadis, nos basamos en el modelo propuesto en el libro Designing for Growth, el cual indica que, para implementar este proceso de diseño en una empresa, debemos enfocarnos en cuatro preguntas rectoras, cada una representando un ciclo con herramientas propias.

1. ¿Qué es?

En esta primera etapa debemos concentrarnos en obtener todo el conocimiento posible estudiando el contexto, adoptando una mirada centrada en las necesidades y preferencias humanas.

Al descubrir el comportamiento del cliente con nuestra empresa y evaluar nuestra respuesta en los puntos de contacto, podemos conocer y determinar fortalezas y debilidades con el objetivo de generar una cadena de valor y definir los requerimientos del siguiente espacio de acción.

2. ¿Qué tal si...?

Con las metas claras y sin olvidar la empatía, en este ciclo nos ocupamos de proponer alternativas dentro de un escenario que pudimos definir previamente. Todavía nos manejamos en el contexto de “lo posible”, pero las soluciones potenciales se van seleccionando y jerarquizando.

3. ¿Qué impresiona?

Para tener éxito en un proceso de innovación buscamos sorprender. Es por eso que necesitamos identificar aquellas ideas que sobresalen del resto para que maraville a nuestro cliente. Debemos evaluar los datos obtenidos sin juzgar el valor de la idea sino como un testingque nos acerque a la viabilidad de la propuesta. Nos sirve para examinar nuestras hipótesis y comprobar o desechar supuestos.

4. ¿Qué funciona?

La interacción con el cliente es esencial para terminar de dar forma al proyecto. En este ida y vuelta es importante mantener una actitud de aprendiz y saber que es probable tener que hacer cambios, ajustes y volver a etapas anteriores. El resultado debe ser una co-creación entre la empresa y el cliente ya que esta primera aproximación actúa como un escenario previo al real.

La filosofía del Design Thinking nos demuestra que la sensibilidad y herramientas que utilizan los diseñadores pueden adaptarse al sector empresarial generando valor para el cliente, así como una oportunidad de mercado.

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